Predecir el clima no era tarea fácil, era una técnica que se aprendía con los años y que principalmente estaba dada a los abuelos.
Iniciado el año nuevo los ancianos emprendían su observación climática durante los primeros días del mes de enero para saber cómo iba a ser el clima del resto de año. A dicho trabajo ellos les llamaban cabañuelas. Así las familias, con conocimiento de causa, sabían que en enero y febrero las lluvias no eran intensas, que desde marzo iniciaba la época más lluviosa y que se agudizaba hasta mayo.